Dios te creó y tienes planes de bienestar y esperanza para ti, no de destrucción. Aunque hayas estado en una pandilla, Él quiere restaurarte y usarte para dar esperanza a aquellos que están en tu misma situación. “Porque yo sé los planes que tengo acerca de ustedes, dice el SEÑOR, planes de bienestar y no de mal, para darles porvenir y esperanza.” (Jeremías 29:11)
Pero el enemigo Satanás busca torcer esta verdad para alejarte de este propósito. Siembra mentiras en tu mente para que creas que no puedes salir de esa situación. Su propósito es que dudes de ti mismo y de lo que Dios puso en tu vida, manteniéndote paralizado de temor e inseguridad.
Cuando no encuentras el sentido de pertenencia que Dios diseñó para ti, el rechazo familiar y social te empujan a unirte a una pandilla. Si tu hogar ha sido fracturado y la sociedad falla en crear vínculos significativos, buscas esa identidad y aceptación en el lugar equivocado.
Cuando no tienes una visión clara de qué es lo que Dios dispuso para ti, la falta de propósito y dirección te hace vulnerable a la influencia de las pandillas. Buscas respeto y pertenencia en estas estructuras criminales lo cual te lleva por caminos de violencia, donde debes demostrar tu lealtad a través de actos que manchan tu conciencia.
Es así como, lo que comenzó como una búsqueda de amor y aceptación se convierte en aislamiento, temor y la pérdida de paz que solo Dios puede dar. El diablo te hace creer que no hay salida, que tu pasado te define y que no eres digno del amor de Dios.
La realidad de las pandillas parece abrumadora, sin salida y en estos momentos sientes que no puedes salir. Las calles te han marcado y quizá piensas que no hay esperanza. Piensas que la vida ha sido injusta contigo y quizá ni siquiera hay razón alguna para vivirla. Pero hay una verdad que debes saber: tu historia no termina aquí. No importa lo que hayas hecho o en qué te hayas involucrado, Cristo murió por ti y eso significa que tu vida tiene valor y propósito.
Mas Dios demuestra su amor para con nosotros, en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
Romanos. 5:8
En cada dificultad que enfrentaste, Dios estaba moldeando tu carácter. Él conoce tus luchas internas, esa búsqueda de pertenencia y respeto que a veces te lleva por caminos peligrosos. Las promesas de Dios son reales. La Palabra de Dios dice que Él tiene planes de bienestar para ti, no de calamidad, para darte un futuro y una esperanza. No importa cuán oscuro se vea tu presente, El Señor quiere trabajar en tu vida de manera única, preparando algo mejor de lo que puedes imaginar.
Así que, ten ánimo porque para ti hay una esperanza. Cada experiencia tiene un propósito en el plan de Dios. Esto significa que tu historia no es casualidad ni fue un accidente. El hecho que estés leyendo esto es parte del diseño divino para bendecirte y comenzar una vida nueva lejos de la amargura y la violencia. Es más, tu experiencia, por difícil que sea, puede ser exactamente lo que alguien más necesita escuchar para no rendirse y seguir adelante.
Así que, ¡levanta esa mirada! Hay alguien esperándote del otro lado con una sonrisa. Te está extendiendo la mano y te dice, “Con amor eterno te he amado” (Jer. 31:3). Toma su mano hoy y comienza a vivir la vida victoriosa que Él ha planeado para ti.
Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.
Jeremías 29:11
El Señor no te juzga por tu pasado y nosotros tampoco. Aparte de esto, tenemos recursos que te pueden ayudar a caminar esta jornada. No tienes que hacerlo solo. Es posible que el camino no sea fácil pero ya vas por un buen comienzo. El Señor quiere comenzar la obra, solamente tienes que dar el primer paso.
Si gustas, puedes hacer la siguiente oración en voz alta: Señor Jesús, yo sé que Tú me creaste con propósito. Que soy ante tus ojos una hermosa creación. Te pido perdón por mis pecados y por todo lo malo que he hecho. Reconozco que solamente en Ti se encuentra el amor y sentido de pertenencia que anduve buscando en mi pandilla. Hoy te reconozco a Ti como el único dador de esa paz que tanto he buscado. Amén.